Autodefensas en Michoacán y Afectaciones Nacionales
Hablar de un tema tan controversial como los grupos de autodefensa que han
aparecido en Michoacán y comienzan a hacerlo en algunas otras partes del país
no es fácil, puede uno encontrarse con muchísimos puntos y matices a considerar
que hacen de la situación una maraña más enredada que cualquier telenovela o
serie de ficción y llevarnos a la disyuntiva entre lo legal y lo legítimo del
asunto y todavía más allá.
Para quienes viven en Michoacán, pero principalmente para quienes “viven”
inmersos en los medios de comunicación y las redes sociales –estas últimas
detonante de la difusión de la actual de la actividad de las autodefensas- éste
puede ser el “tema” del momento; sin embargo más allá de ser un tema de moda o
un brote de violencia –los cuales por desgracia nos estamos acostumbrando a ver
como normales-, es una situación de raíces profundas y dolorosas, especialmente
para quienes viven en este bello estado que ha pasado de paraíso a infierno.
Para el resto, la situación puede pasar desapercibida –tristemente- y
resumir su conocimiento en una frase muy utilizada en México para ésta y otras situaciones
difíciles: “las cosas están feas por allá”.
Haciendo un gran esfuerzo por resumir los hechos a su mínima expresión, tenemos
que: erase una vez un estado bello y rico en recursos naturales en donde fue
tomando poder un grupo dedicado a actividades ilícitas que mediante el uso de
la fuerza sometió a la población a robos, extorciones, y secuestros para luego
cobrarles por su seguridad. Ante esta situación y cansados de pagarle a estos
“Caballeros”, empresarios, pequeños comerciantes, campesinos, taxistas,
artesanos, ganaderos, grandes agricultores, mineros y demás personas que además
de buscar el pan de cada día tenían que completar el cobro de piso, decidieron
hacer justicia por su cuenta y se organizaron en grupos que llamaron de
“Autodefensas” para rescatar a sus comunidades del yugo de estos grupos
delictivos, dado que a su parecer las fuerzas encargadas del orden estaban
siendo rebasadas ante el desconocimiento de la zona y de las personas,
fortaleza esto último de la que ellos gozaban.
Hasta aquí parece una historia sencilla, sin embargo, se comienza a enredar
ante las dudas que surgen con respecto a ¿Cómo es que grupos delictivos logran
hacerse de gran poder?, ¿Qué tan exitosa
fue la guerra contra el narcotráfico del sexenio pasado?, ¿Cuál es realmente la
estrategia contra el crimen de este sexenio?, ¿Es lícito tomar la justicia por
nuestra cuenta?, ¿Se debe apoyar a estos grupos?, ¿Debe el gobierno apoyarlos
-¿o ya lo ha hecho?- o promover el estricto cumplimiento de la ley?, ¿Deben
estos grupos deponer las armas antes de que la situación esté controlada en el
estado?, ¿Pueden estas autodefensas que hoy parecen gozar de la simpatía
general desvirtuarse y convertirse en grupos peligrosos como ya ha acontecido?,
¿Podrían incluso dar un giro revolucionario? ¿Estará esta situación agravada solo en Michoacán o es lo que se nos da a
conocer en mayor medida?
Estas y muchas otras interrogantes surgen en cada mesa de debate radial y
televisivo y en conversaciones de oficinas, restaurantes y hogares en donde el
tema llega a discutirse.
Y aunque quienes gustamos de escuchar, ver o leer noticias del acontecer
nacional y mundial podemos encontrar todos
los días titulares al respecto que relatan enfrentamientos, avances de los
grupos y/o declaraciones de funcionarios federales, estatales y
municipales, lo que finalmente nos
gustaría escuchar es que este bello estado y nuestros hermanos que allí viven
puedan experimentar de nuevo la paz.
Y para los que dicen “Mientras yo esté bien, que el mundo ruede” les
informo que esos conflictos que nos parecen tan lejanos para nada lo son, pues
además de que la violencia puede extenderse o hacer migrar a los grupos
delictivos a otros estados -con sus
consabidas consecuencias en cuanto a mayor índice de adicción de drogas,
delincuencia y demás-, también nos puede afectar directamente en donde más
suele dolernos, en el bolsillo.
Efectivamente, situaciones como éstas pueden repercutir en nuestras vidas
más directamente de lo nosotros pensamos, ya que por ejemplo y tomando el caso
especifico de Michoacán que es un importante productor y abastecedor nacional
de frutas, los enfrentamientos, tomas de plazas y sobre todo de caminos y
carreteras hacen que productos como el limón, el aguacate y la guayaba hayan
incrementado sus costos en estos últimos días, que sumado al incremento en los
productos de alto contenido calórico, han hecho que la cuesta de enero 2014 sea
más inclinada que otros años, generando que la situación económica que se vivió
de por sí difícil en el 2013, se vea aún más difícil. Pero esto es “otra
historia” o ¿será acaso parte del círculo vicioso que genera las
inconformidades?
En fin, otra afectación visible es la baja en el turismo tanto nacional
como extranjero, pues ya no se trata solamente de no acudir a Michoacán, lo
cual en sí mismo es decepcionante dada la belleza de visitar tan hermoso
estado, sino que los brotes de violencia y lo que se conoce de ellos generan temor
y una baja generalizada en el turismo nacional, especialmente para quienes
gustan viajar por las carreteras del país e incluso en ocasiones para el
turismo extranjero que no tienen una
idea clara de las distancias entre los lugares de conflicto y otras zonas
turísticas. Un problema nada pequeño, dada la importancia de los ingresos que
el sector turismo genera en México.
Y si de afectaciones mayores se trata, ni hablar de la desconfianza que la
violencia puede generar en los mercados en inversores que mueven las economías
del orbe.
Y ya que no les puedo recomendar tomar mucha agüita de limón y de guayaba
para prevenir la influenza y otras enfermedades respiratorias, me conformaré
con exhortarlos a que mínimo nos abriguemos mientras oramos (quienes somos
creyentes) y trabajamos “todos” por la paz, desde nuestro ámbito de
responsabilidad y consientes de que no es para nada una situación ajena pues
como dice el viejo adagio popular: “si ves la barba de tu vecino cortar, pon la
tuya a remojar” y por vecinos no debemos entender solo a quienes viven cerca de
nosotros, sino a todo un planeta cada vez más globalizado e interconectado en
donde cualquier situación por más lejana que nos parezca puede tener mayores
afectaciones en nuestra vida cotidiana de lo que nos atrevemos a pensar y probablemente también ....a
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