martes, 28 de enero de 2014

Autodefensas en Michoacán y Afectaciones Nacionales


Hablar de un tema tan controversial como los grupos de autodefensa que han aparecido en Michoacán y comienzan a hacerlo en algunas otras partes del país no es fácil, puede uno encontrarse con muchísimos puntos y matices a considerar que hacen de la situación una maraña más enredada que cualquier telenovela o serie de ficción y llevarnos a la disyuntiva entre lo legal y lo legítimo del asunto y todavía más allá.

Para quienes viven en Michoacán, pero principalmente para quienes “viven” inmersos en los medios de comunicación y las redes sociales –estas últimas detonante de la difusión de la actual de la actividad de las autodefensas- éste puede ser el “tema” del momento; sin embargo más allá de ser un tema de moda o un brote de violencia –los cuales por desgracia nos estamos acostumbrando a ver como normales-, es una situación de raíces profundas y dolorosas, especialmente para quienes viven en este bello estado que ha pasado de paraíso a infierno.

Para el resto, la situación puede pasar desapercibida –tristemente- y resumir su conocimiento en una frase muy utilizada en México para ésta y otras situaciones difíciles: “las cosas están feas por allá”.

Haciendo un gran esfuerzo por resumir los hechos a su mínima expresión, tenemos que: erase una vez un estado bello y rico en recursos naturales en donde fue tomando poder un grupo dedicado a actividades ilícitas que mediante el uso de la fuerza sometió a la población a robos, extorciones, y secuestros para luego cobrarles por su seguridad. Ante esta situación y cansados de pagarle a estos “Caballeros”, empresarios, pequeños comerciantes, campesinos, taxistas, artesanos, ganaderos, grandes agricultores, mineros y demás personas que además de buscar el pan de cada día tenían que completar el cobro de piso, decidieron hacer justicia por su cuenta y se organizaron en grupos que llamaron de “Autodefensas” para rescatar a sus comunidades del yugo de estos grupos delictivos, dado que a su parecer las fuerzas encargadas del orden estaban siendo rebasadas ante el desconocimiento de la zona y de las personas, fortaleza esto último de la que ellos gozaban.

Hasta aquí parece una historia sencilla, sin embargo, se comienza a enredar ante las dudas que surgen con respecto a ¿Cómo es que grupos delictivos logran hacerse de gran poder?, ¿Qué tan  exitosa fue la guerra contra el narcotráfico del sexenio pasado?, ¿Cuál es realmente la estrategia contra el crimen de este sexenio?, ¿Es lícito tomar la justicia por nuestra cuenta?, ¿Se debe apoyar a estos grupos?, ¿Debe el gobierno apoyarlos -¿o ya lo ha hecho?- o promover el estricto cumplimiento de la ley?, ¿Deben estos grupos deponer las armas antes de que la situación esté controlada en el estado?, ¿Pueden estas autodefensas que hoy parecen gozar de la simpatía general desvirtuarse y convertirse en grupos peligrosos como ya ha acontecido?, ¿Podrían incluso dar un giro revolucionario? ¿Estará esta situación agravada  solo en Michoacán o es lo que se nos da a conocer en mayor medida?

Estas y muchas otras interrogantes surgen en cada mesa de debate radial y televisivo y en conversaciones de oficinas, restaurantes y hogares en donde el tema llega  a discutirse.

Y aunque quienes gustamos de escuchar, ver o leer noticias del acontecer nacional y mundial  podemos encontrar todos los días titulares al respecto que relatan enfrentamientos, avances de los grupos y/o declaraciones de funcionarios federales, estatales y municipales,  lo que finalmente nos gustaría escuchar es que este bello estado y nuestros hermanos que allí viven puedan experimentar de nuevo la paz.

Y para los que dicen “Mientras yo esté bien, que el mundo ruede” les informo que esos conflictos que nos parecen tan lejanos para nada lo son, pues además de que la violencia puede extenderse o hacer migrar a los grupos delictivos a otros estados  -con sus consabidas consecuencias en cuanto a mayor índice de adicción de drogas, delincuencia y demás-, también nos puede afectar directamente en donde más suele dolernos, en el bolsillo.

Efectivamente, situaciones como éstas pueden repercutir en nuestras vidas más directamente de lo nosotros pensamos, ya que por ejemplo y tomando el caso especifico de Michoacán que es un importante productor y abastecedor nacional de frutas, los enfrentamientos, tomas de plazas y sobre todo de caminos y carreteras hacen que productos como el limón, el aguacate y la guayaba hayan incrementado sus costos en estos últimos días, que sumado al incremento en los productos de alto contenido calórico, han hecho que la cuesta de enero 2014 sea más inclinada que otros años, generando que la situación económica que se vivió de por sí difícil en el 2013, se vea aún más difícil. Pero esto es “otra historia” o ¿será acaso parte del círculo vicioso que genera las inconformidades?

En fin, otra afectación visible es la baja en el turismo tanto nacional como extranjero, pues ya no se trata solamente de no acudir a Michoacán, lo cual en sí mismo es decepcionante dada la belleza de visitar tan hermoso estado, sino que los brotes de violencia y lo que se conoce de ellos generan temor y una baja generalizada en el turismo nacional, especialmente para quienes gustan viajar por las carreteras del país e incluso en ocasiones para el turismo extranjero  que no tienen una idea clara de las distancias entre los lugares de conflicto y otras zonas turísticas. Un problema nada pequeño, dada la importancia de los ingresos que el sector turismo genera en México.

Y si de afectaciones mayores se trata, ni hablar de la desconfianza que la violencia puede generar en los mercados en inversores que mueven las economías del orbe.


Y ya que no les puedo recomendar tomar mucha agüita de limón y de guayaba para prevenir la influenza y otras enfermedades respiratorias, me conformaré con exhortarlos a que mínimo nos abriguemos mientras oramos (quienes somos creyentes) y trabajamos “todos” por la paz, desde nuestro ámbito de responsabilidad y consientes de que no es para nada una situación ajena pues como dice el viejo adagio popular: “si ves la barba de tu vecino cortar, pon la tuya a remojar” y por vecinos no debemos entender solo a quienes viven cerca de nosotros, sino a todo un planeta cada vez más globalizado e interconectado en donde cualquier situación por más lejana que nos parezca puede tener mayores afectaciones en nuestra vida cotidiana de lo que nos atrevemos a pensar y probablemente también ....a comentar.