martes, 7 de mayo de 2013


LAS CRÍTICAS, FRENO A LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA


Inicio presentando un chiste que me inspiro a escribir sobre la participación ciudadana y que dice así: Estaban dos obreros platicando y uno le dice al otro: - Fíjate que hay un hoyo en la carretera, ¿cómo lo tapamos? Y el otro le contesta: Hacemos otro hoyo a la par y con la tierra que saquemos tapamos ese hoyo. ¿Y cómo hacemos para tapar ese hoyo? Hacemos otro hoyo a la par y con la tierra que saquemos tapamos ese hoyo y así nos vamos hasta sacarlo del pueblo.

Termina el chiste y seguramente iniciará la pregunta sobre ¿Qué tiene que ver esto con la participación?

Pues bien, el chiste refiere a dos personas que localizaron un problema, decidieron participar libremente en la solución de éste, tuvieron la iniciativa de pensar en una estrategia y “sea o no la mejor”, no podemos pasar por alto su iniciativa.

La participación ciudadana es un concepto que evoca evolución, cambios, y que ha sido generador de importantes procesos de democratización en el mundo y  cuyo ejemplo más claro lo tenemos en lo ocurrido recientemente en Egipto, Yemen, Tunez, Jordania y lo que se acumule, en donde la organización del pueblo –especialmente los jóvenes dicen por allí- apoyados en sus anhelos democráticos y mediante el uso de las nuevas tecnologías –una nueva forma de organización y participación- fueron capaces de unirse contra los regímenes que consideraban autoritarios.

En nuestro país, México, mucho se ha hablado de la poca participación, la indiferencia y falta de disposición que incluso han sido materia de estudio y lo siguen siendo.

Pero mientras los estudiosos y eruditos del tema siguen encontrando el hilo negro, yo en mi experiencia como ciudadana común quisiera referirme a las críticas como inhibidor de la participación, como expresión y además como protesta pacífica a los señalamientos y críticas que desmotivan la participación.

Si bien es cierto, “que quien quiere participa, y quien no, no” -como decimos en México- ejerciendo nuestra libertad, también es cierto que la desaprobación y falta de apoyo a las iniciativas es un factor para que quienes “si quieren” y deciden poner algo en marcha, terminen claudicando.

Retomando la situación presentada en el chiste: tenemos que, por lógica, la idea de los dos obreros “no es la mejor ni la mas práctica” de las soluciones y que si esto no hubiese sido un chiste sino una historia, veríamos que acto seguido a poner en práctica la idea de ir haciendo un hoyo tras otro seguramente empezarían las criticas y los señalamientos ante la tontería y torpeza de los dos sujetos; lo cual resultaría injusto pues el trabajo de sacar ese hoyo de la carretera no obedecía simplemente a intereses personales, sino obviamente a sacarlo de la carretera para evitar que alguna persona (todos los que por allí cruzaran)  tuvieran un accidente.

Ingratamente escucharíamos frases como: “¿Para que se ponen a hacer eso si no saben?”,  “Les gusta trabajar de más”, “Porque no lo solucionaron de tal o cual manera” ó “Yo lo hubiese hecho de mejor manera”.

Escucharíamos ideas y propuestas, probablemente superiores, pero –y repito el pero- “posteriores en el tiempo” y con ello, prueba de que fueron los obreros de la historia los primeros que tuvieron la iniciativa de hacer algo por el bien de su comunidad -y hablo de iniciativa concreta pues no solo es pensarlo sino hacerlo- aún con las limitaciones e inexperiencia que pudieran tener.

Un final triste sería, que ante las criticas, los paladines de esta historia dejaran el proyecto sin terminar y el hoyo siguiera en la carretera en espera de que “las autoridades correspondientes” hicieran algo y así el hoyo se convirtiera en promesa de campaña de cada 3 o 6 años –periodos en los cuales se llevan a cabo elecciones en México-.

Si lo pensamos mejor, la idea de hacer un hoyo tras otro quizás no era cuestión de torpeza, probablemente obedecía a que no contaban con la fuerza o las herramientas para traer la tierra de un lugar más alejado y no porque no tuvieran una mejor solución como pudiéramos pensar en un primer momento. Bien dice el dicho: ¡Nunca juzgues sin conocer los motivos!

Pero en un afán de proyectarnos positivamente, pensemos en un mejor final, imaginémonos que llega alguien que motivado por la iniciativa de estos obreros mas allá de criticarlos toma la decisión de ayudarlos a cavar, posteriormente otra persona motivada ya por estas 3 personas que han decidido haber algo para solucionar el problema, llega a ofrecer una carretilla para acarrear tierra de un lugar más alejado para no tener que cavar los hoyos consecutivos. Finalmente el hoyo es tapado y la carretera es segura para todos.

Con este final feliz, tendríamos quizás un equipo de 4 personas que practicaron la unidad y la solidaridad y con ello transformaron su entorno, estaríamos ante ciudadanos que asumen su compromiso social y no solo estiran la mano o esperan a que “otros” solucionen los problemas.

Un equipo así, sería quizás la inspiración y el inicio de un grupo que buscara más hoyos que erradicar en la carretera, mejorando las vialidades y con ello evitando tragedias o minimamente gastos en curaciones por accidentes provocados por el hoyo multicitado. Tendríamos un ejemplo sencillo pero genuino de Participación Ciudadana.

Un ejemplo que superaría las críticas, la falta de preparación y experiencia. Con el tiempo quizás tendríamos una ONG, pero pensando en el presente, por lo menos y en forma palpable contaríamos con una carretera sin hoyo que es más de lo que se podía presumir al inicio de la historia.

Una historia ficticia nos sirvió quizás para esta reflexión pero ¿Cuántos hoyos habrá a nuestro paso? ¿Estamos abiertos a encontrarlos en lo material pero sobre todo en lo humano? Y digo esto porque la desesperanza del mundo también es un hoyo que debemos retirar y que se alimenta de la desesperanza de un mundo sin soluciones y sin sueños.

Termino esto con una exhortación para mi misma y para todos: Que no nos detengan las criticas, soñemos y actuemos por un mundo mejor, nadie necesita permiso para hacer el bien como tampoco necesita permisos o preparación especial sino la voluntad y libertad de dar el primer paso y convertirlo en un gran paso, como los grandes lideres de la historia que si bien es cierto no lo sabían todo, lo fueron aprendiendo en el camino, cuando valientemente emprendieron el camino, motivando a quienes a su paso se contagiaban de su ejemplo y compromiso.

No menospreciemos nunca lo que podemos lograr, nuestra persona y nuestro trabajo, pues la mejor forma de participar es con congruencia y ética en lo que a cada quien le corresponde hacer y no importando lo que digan los demás. Un trabajo en donde se pone esfuerzo y corazón nunca será en vano.

Podremos estar muy decepcionados de las autoridades y agobiados por los problemas, pero más allá de lamentarnos, es momento para creer en nosotros y en los demás, pues la desconfianza mutua también es un freno que será materia de reflexión posterior.

Recordemos que los grandes cambios inician en uno mismo, hagamos de este momento un instante propicio para revisar si no hemos sido nosotros mismos freno para una mayor y mejor participación. Cambiemos los lamentos por acción y participación, para con ello generar mejoras sociales que finalmente son también mejoras para nosotros y los nuestros –como parte de esa sociedad. En pocas palabras: atrevámonos a  ser parte de la solución y no del problema.

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